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Aramayo está en la vertiente del asombro ante los símbolos de la naturaleza y la creación vital. Se trata de una linea con ancestros legendarios en la literatura externa e interna, pero hasta cierto punto cabria interpretarla como una recusación tanto del esoterismo racionalista de los primeros (Hinostroza, Lauer), como del objetivismo histórico de los segundos (Cisneros) y el objetivismo lírico de los anteriores (Martos, Watanable). Tendencia dominantemente subjetiva a-histórica, pero no cosmopolita, tiene el antecedente ilustre en Eguren y demanda de un lector favorecido por el don de la inocencia o un casi vicioso amor por fabula.

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